Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió retórica en Madauro.
Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su
desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupación por
el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su
adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la
elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).
La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino,
debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción
de la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que
«Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de
nada», comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios,
derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como
pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a
retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo
Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En 387
se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de
Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco
después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado
sacerdote en Hipona por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión
de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió
con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate
contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica,
reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas
y paganos.
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue
nombrado obispo de Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su
pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros,
fieles y paganos, y ejerció a la vez de pastor, administrador, orador y
juez.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al
cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó
una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios,
que contiene una verdadera filosofía de la historia cristiana.
Durante los útimos años de su vida asistió a las invasiones
bárbaras del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su
ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió.
La filosofía de San Agustín
El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del
alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación
en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre
ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la
tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como
un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que
desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas
(amor), Dios es concebido como verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo
situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo
finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia.
Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel
que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la
libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que más
controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación,
y la postura de San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
Los grandes temas agustinianos –conocimiento y amor, memoria y
presencia, sabiduría– dominaron toda la teología cristiana hasta la escolástica
tomista. Lutero recuperó, transformándola, su
visión pesimista del hombre pecador, y los jansenistas, por su parte, se
inspiraron muy a menudo en el Augustinus, libro en cuyas páginas se
resumían las principales tesis del filósofo de Hipona.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/agustin.htm
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/agustin.htm
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